San Antonio de Padua 1195 - 1231 Doctor de la Iglesia

Día festivo: Junio 13
Patrono de los pobres

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Poco se sabe de la infancia y de la familia de Antonio. Los historiadores no tuvieron curiosidad en este pequeño santo. Solo prestaron especial atención a sus obras maravillosas, pero cuando ya era grande y decididamente extraordinario.

Nació en Lisboa (Portugal), el 15 de agosto de 1195. Era hijo de una familia muy noble. Sus padres le dieron estudios para hacerlo un magistrado o un obispo. Dios lo llamó y él no opuso resistencia. Una llamativa historia cuenta que un día, mientras rezaba en la catedral, ahuyentó al demonio haciendo la señal de la cruz en el suelo y después recurrió a la imagen de María donde se consagró a ella haciendo votos de virginidad.

A los 15 años abandonó su fastuoso palacio y se adscribió a la Orden de San Agustín. Fue ordenado en 1220, en el Convento Santa Cruz de Coimbra Allí se formó intelectualmente, transformándose en uno de los eclesiásticos más cultos de Europa de principios del siglo XIII.

Su devoción a María era muy fuerte, pero la cantidad de gente y los parientes que acudían a verlo no le permitían dedicarle el tiempo necesario por lo que decidió irse de la ciudad y dirigirse a Coimbra, a una abadía de Agustinos que se encontraba más retirada y donde pudiera dar rienda suelta a su interioridad y estudios.

En 1220 Antonio, cambió su nombre de Fernando Bulos y Traveira de Azevedo por el de Fray Antonio. Decide abandonar su Orden para unirse a los franciscanos y salir a conquistar las almas para Cristo. Así, es mandado a Marruecos donde esperaba derramar la sangre por Cristo. Esto fue debido a la muerte de 5 Franciscanos protomartires en Marruecos, al Norte de Africa, cuyos decapitados y mutilados cuerpos habían sido traídos de regreso. San Antonio deseó también ser un mártir, como ellos. Y decidió dedicarse a predicar la fe entre los pueblos de Africa.
Partió hacia Marruecos, pero una enfermedad que contrajo durante el viaje hizo cambiar de rumbo su misión. Antes de dedicarse a predicar, fue cocinero y llevó una vida completamente oscura.

Su labor no se limitó a la asidua predicación, tuvo muchos cargos de importancia. Su talento y sus conocimientos teológicos, fisiológicos y científicos se fueron revelando con agradable sorpresa Se desempeñó como dirigente dentro de la Orden Franciscana, fue superior de los frailes de la alta Italia, fue el fundador de los estudios de Teología en su Orden y enseñó en Bolonia, Montpellier, Tolosa y Padua; durante el tiempo libre se dedicó a compilar sus obras de profunda sabiduría, las que le valieron el título de Doctor de la Iglesia.

Defendió a los pobres contra la explotación de los usureros, contra malos tratos de los bárbaros invasores de aquellas tierras.
Tuvo el mérito de restablecer la FE del pueblo contra la herejía de la época.

Digno de destacar fue su gran amor por la Eucaristía. Debemos a San Antonio la imagen de triplicar el pan, indispensable para todos nosotros: Él hablaba del

  • Pan de la Palabra de Dios, necesario para nuestra conversión continua; del
  • Pan Eucarístico, sacrificio y presencia, alimento de Jesús para todos los cristianos.
  • Pan para el cuerpo y la salud de los pobres.

En 1229 partió para Padua, al convento de Arcelia. Hacia 1231 Antonio decidió retirarse para dedicarse a la oración y la penitencia a Camposanpiero, cerca de Padua. Entre las ramas de un nogal se hizo edificar una pequeña celda y allí fue donde recibió la aparición del Niño Jesús.

Era viernes 13 de junio de 1231 cuando al mediodía Antonio salió de su celda construida en el nogal.

Apenas sentado a la mesa, un colapso lo inmovilizó, algunos frailes lo sostuvieron para que no cayera al suelo. Con voz débil rogó que lo llevasen a Padua: quería morir en su pequeño convento, cerca de la Iglesia de Santa María. Un agricultor lo llevó en su rústico carro. Cuando el día declinaba e iban llegando a Padua, Antonio estaba moribundo y los frailes lo convencieron de parar en una pensión del monasterio de las clarisas. Fue así como en una modesta celda murió. Agobiado, pero lúcido, quiso recibir el sacramento de la reconciliación, la eucaristía y la unción de los enfermos. Después, con voz apagada entonó el himno a la Virgen: "Oh, gloriosa Reina, ensalzada por encima de las estrellas". Fray Lucas le preguntó qué veía, a lo que contestó "Veo a mi Señor".

Falleció a los 36 años de edad. Un año después, fue canonizado por Gregorio IX y proclamado Doctor de la Iglesia por su profundo conocimiento de la Biblia y por sus sermones llenos de fuerza y sabiduría.

San Antonio, Vive e Intercede!

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